Somos parte de una sociedad bombardeada por la tecnología, cada vez es mucho más fácil hacer transacciones, enviar información a diferentes partes del mundo o ponernos en contacto con personas de otros países. El internet ha abarcado gran parte de nuestras vidas facilitándola al máximo, por ello es de esperarse que los anunciantes ahora opten por este recurso prometedor esperando que las posibilidades de la publicidad en este medio sean cada vez más óptimas.
Podríamos decir entonces que ahora el individuo suele encerrase en su comodidad, en un mundo donde él mismo tiene todo bajo control. Es lógico que nos sintamos a gusto con esta situación, ya que evitamos contacto con el azar del mundo externo y nos preocupamos por nuestro espacio personal; lo cierto es que el tiempo ha hecho que gocemos de absoluta accesibilidad a todo tipo de comunicaciones y con esto no solo nos referimos al internet, sino a medios como la televisión o la radio que, aunque no nos demos cuenta o no le demos importancia, también nos sumergen en la magia del mundo publicitario.
Es así como nos sentimos estrechamente relacionados con lo que pase afuera, sin necesidad de enfrentar espacios fuera de nuestro propio universo y, como era de esperarse, las marcas han sabido aprovechar esta tendencia para poder promocionarse a sí mismas, es decir, ha encontrado la manera de ingresar a los hogares de su público; sus campañas ya no se conforman solo de vistosos afiches o aplicaciones urbanas, sino que ahora se acomodan a las características que les ofrecen los medios de comunicación. Somos sumergidos a universos simulados que la publicidad crea para apelar a nuestras emociones, sentimientos o creencias, el objetivo principal de este recurso es el de crear confianza y fe en el espectador, que éste sea capaz de creer fácilmente en la promesa que les hace la marca (a través de estos mundo simulados) haciendo más efectivo el consumo.
Esto nos lleva a una de las intenciones principales que tiene la publicidad en estos casos: introducir al consumidor en “el mundo de consumo”. Tenemos como ejemplo la campaña que tiene ABSOLUT, en donde nos muestra un mundo imaginario en el que el espectador es convencido, creyendo y confiando que lo que el anunciante le ofrece tiene un porqué, apelando a la bondad y buenas acciones de la sociedad, ofreciéndole un mundo perfecto y equilibrado, entonces cree en su promesa y, por lo tanto, también está dispuesto a creer en el producto de la marca.
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